Entender nuestro pasado para explicar la actualidad
Somos hijos de la democracia, crecimos en los 80 con la asunción de Alfonsín, vimos como el país se llenaba de esperanzas, y el miedo a todo dejaba de tener sentido. Pero también vimos como las leyes de punto final y obediencia debida exculpaban a miles de asesinos de sus crímenes durante la dictadura. Algunos llegamos a ver a la selección ganar el mundial del 86 con Diego doblegando con mil gambetas a los Ingleses, otros aun no habíamos nacido. Sufrimos la hiperinflación dejando a su paso una ola de pobreza y de incertidumbre.
Algunos tuvimos una infancia llena de fantasías, del 1 a 1, del “déme dos” en Brasil, vacaciones en Miami o Disney, nuestra casas se llenaron de televisores y computadores, mientras nuestras deudas crecían. Otros, en cambio, vimos a nuestros viejos perder su trabajo, quebrar sus empresas, y sentimos propia su desesperación por encontrar una salida; vimos a nuestros hermanos y amigos irse a Europa o Estados Unidos buscando un horizonte mejor. Sentimos la confiscación de nuestros ahorros con el plan Brady, la desocupación creciente, la mudanza indiscriminada de industrias a Brasil, miles de productores rurales fundidos rematando sus campos. Nos quitaron nuestras empresas y nuestros recursos a cambio de migajas, gracias a un Diputrucho. Aun nos duele tanta pobreza, tanta injusticia, todo en nombre el Libre Mercado y el Consenso de Washington.
La corta ilusión
El 2000 vino cargado de ilusiones, las cuales se fueron diluyendo cuando supimos que era más de lo mismo, éramos más grandes y entendíamos que la desesperación de nuestras familias se acrecentaba, la angustia estaba siempre presente. Ya callejeábamos cuando llego el 2001, el contexto era, un Ministro de Economía que duraba días, recortes de sueldos y jubilaciones como moneda frecuente, así como también intenciones de privatizar la universidad pública y flexibilización laboral con la Banelco en mano. Poco después todo estalló: el caos, corralito, corralón, estado de sitio, hambre, pobreza, desesperación, crisis, represión, muerte y 5 presidentes en cuestión de días. Todo eso somos nosotros, y estas situaciones nos templaron de cuerpo y alma, vivimos un infierno. En este contexto era imposible que surja algún tipo de esperanza.
Volviendo a creer en el rol del Estado
Cuando el 25 de Mayo del 2003 se inició este proyecto político con Néstor Kirchner como presidente, nacía desde el punto más débil posible, la situación era caótica, había más desocupados que votos, las personas en condición de pobreza llegaban al 60% y la caída no paraba. Nosotros, todos nosotros, pudimos vivir uno a uno los logros y conquistas de este proyecto político, vimos como se recupero el trabajo, como volvieron nuestros científicos, como se reabrieron fabricas, los campos produjeron, los jubilados mejoraron su calidad de vida, el poder adquisitivo mejoró y la redistribución de la riqueza a la par. Vimos una justicia independiente del poder político de turno y pudimos pagar nuestras deudas. Volvimos a tener esperanzas y reaparecieron nuestros sueños. Nosotros pudimos volver a la Facu a estudiar, nuestros viejos a sus trabajos y sus empresas, nuestros profesores a enseñar, y así todo se fue normalizando.
Pero el país era muy distinto, con aciertos y con errores este proyecto político había constituido un nuevo modelo económico, que generaba riqueza genuina y la redistribuía, recuperando el rol del Estado en todos sus niveles y responsabilidades, volvió la inversión privada en la industria, el campo y los servicios, hubo trabajo, volvió la inversión publica y Atucha ya no fue mas un monumento a lo que pudimos ser, sino un símbolo de lo que somos.
Recuperando el rol del estudiante como actor social fundamental:
Hoy, en el año 2010, entendemos que todas estas conquistas no alcanzan, que hay que continuar profundizando este proyecto de país, porque aun persisten personas en situación de pobreza y de desigualdad. Estamos convencidos que la universidad pública no puede y no debe mantenerse al margen de los grandes debates que atraviesan a nuestra sociedad. Creemos que la participación de los estudiantes SI puede cambiar nuestra realidad, si puede ayudar a construir un país independiente, con igualdad de oportunidades para todos, con justicia social y soberanía política.
La propuesta es que logremos construir juntos un espacio de referencia, donde todos podamos participar activamente, en donde otras voces vuelvan a ser escuchadas después de más de 3 décadas de censura, tiempo en el cual la existencia de un modelo buscó y logró alejar a los estudiantes de los debates estratégicos de índole nacional, concentrando de esta manera la toma de decisiones en mano de pocos actores que no siempre tuvieron como objetivos centrales el crecimiento y desarrollo del país.
La apatía política y el desprecio hacia la participación fueron el resultado (buscado) de aquel modelo neoliberal, porque bien entendían los arquitectos del mismo que mediante la participación estudiantil y ciudadana se buscaría cuestionar el dominio existente.
Por todo esto, queremos invitarte, a participar y trabajar por una facultad de Ciencias Económicas, para que vuelva a ser una casa donde las ideas se discutan, donde a los alumnos y profesores nos respeten nuestros derechos, una facultad que se integre a la sociedad y participe activamente de ella.
Ese es Nuestro sueño y te invitamos a soñar con nosotros.
0 comentarios:
Publicar un comentario